El Fantasma de Malthus: ¿La “bendición” de la baja natalidad?

Publicado por Concordia
26 de noviembre de 2024

En una reciente entrevista con Cenital, el economista y demógrafo Rafael Rofman afirmó que “la baja de la natalidad es una bendición” para la Argentina. Desde Concordia, donde estudiamos la caída de la natalidad como una cuestión alarmante, creemos que estas afirmaciones requieren un análisis más profundo. La opinión de Rofman y Jairo Straccia en el programa Falla de Mercado refleja, en gran medida, una visión reduccionista sobre un fenómeno que tiene serias implicancias económicas y sociales.

Rofman argumenta que la disminución en los nacimientos es resultado de un aumento en los derechos de las mujeres y una mayor equidad familiar, lo que indica una sociedad más moderna. Sin embargo, aunque algunos de estos puntos pueden ser válidos, la situación actual también se caracteriza por alarmantes cifras de soledad, un aumento en los suicidios y adicciones, así como un creciente consumo de drogas. ¿Es posible que la caída de la natalidad también se relacione con estas problemáticas?

La noción de «derechos de las mujeres y salud reproductiva» emergió como estrategia en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (El Cairo, 1994), desplazando el discurso de control poblacional de carácter malthusiano promovido desde la Conferencia Internacional sobre la Población (Roma, 1954). Esta última, años después, dio lugar a la creación del Club de Roma y a la publicación de Los Límites del Crecimiento (1972), que alertaba sobre el exceso de población y la escasez de recursos.

Previamente, Paul Ehrlich había publicado La Explosión Demográfica (1968), generando una ola de preocupación sobre la «superpoblación». En la entrevista, Rofman destaca la importancia de que el Estado promueva que la gente desee tener menos hijos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿”importante” para quién? Desde los años cincuenta, estas ideas han sido repetidas: la caída de la fecundidad como objetivo de los Estados para reducir la pobreza. El desarrollo económico disminuye la tasa de fecundidad, pero al mismo tiempo, la reducción de la fecundidad a través de políticas públicas “contribuye al desarrollo”. El ministro de salud de la India, Karan Singh, declaró en la Tercera Conferencia Internacional sobre la Población (Bucarest, 1974) que “el desarrollo es el mejor anticonceptivo”. Al año siguiente, Singh dirigió la esterilización de ocho millones de indios, en su mayoría hombres pobres.1

Sin embargo, el descenso de la fecundidad es también un problema geopolítico, como ya lo señalamos en una nota anterior. El informe NSSM 200 (1974)2 del entonces Secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger, recomendaba que el control poblacional en ciertos países protegía la seguridad de Estados Unidos, utilizando organismos internacionales para influir en los países en desarrollo. Por ello, en Argentina es fundamental que las políticas públicas promuevan la natalidad, no sólo para fortalecer la soberanía territorial, sino también para asegurar la defensa de la nación.

Por último, quisiera chequear tres afirmaciones de Rofman:

“Hay sociedades que están muy complicadas porque vienen con tasas de crecimiento muy altas”. No, las sociedades realmente en problemas son aquellas con tasas de decrecimiento poblacional. Quienes tenemos 30 años hoy, si no cambiamos el sistema previsional, no tendremos jubilación en el futuro. Países en Europa, así como Japón y Corea del Sur, enfrentan problemas tan graves en la natalidad que existen estimaciones sobre cuándo implosionarán sus sistemas previsionales. Argentina corre la misma suerte; podremos tardar más, pero tarde o temprano tendremos una crisis. Los trabajadores no podrán jubilarse porque el número de beneficiarios multiplicará varias veces a los aportantes. Rofman dice que los países del primer mundo lo solucionaron aumentando la productividad. Sin embargo, no solucionaron nada. Los Estados del primer mundo están debatiendo la insostenibilidad del sistema de reparto, intentando elevar la edad jubilatoria como en Francia, lo que ya provocó estallidos sociales, y financiando las jubilaciones mediante el aumento de la deuda pública, en un esquema tipo “Ponzi”3.

Rofman argumenta que la baja natalidad podría ser positiva para los salarios, aplicando la ley de oferta y demanda: menos trabajadores deberían traducirse en salarios más altos. Este argumento es muy débil. Si hay menos trabajadores, pero más jubilados, los primeros tendrán que aportar un porcentaje altísimo de su salario para que el sistema previsional no quiebre. Por otro lado, ignora que una fuerza laboral robusta y dinámica fomenta la innovación, la productividad y la destrucción creativa4. Pero además, una caída en la población también implica una caída en el consumo. Una disminución de los nacimientos supone a largo plazo un mercado más pequeño, lo que encarece la producción de bienes y servicios y disminuye la expansión del PBI. 

Otra afirmación errónea que me gustaría desmitificar es: “La caída de la fecundidad es una gran oportunidad educativa”, dice Rofman y comienza a enumerar opciones: “podemos poner menos chicos por aula, o podemos tener dos docentes por aula, o podemos enviar un 20% de los docentes a realizar una maestría, etc.”. Me pregunto: ¿por qué no implementar ambas soluciones simultáneamente, como tener dos docentes para la mitad de los alumnos en cada aula? ¿Por qué no un docente por alumno, dado el descenso de la cantidad de alumnos que vamos a tener? No entiendo por qué no se hace ahora mismo. ¿Por qué no duplicamos la cantidad de colegios para reducir la cantidad de chicos por aula? Viven en un mundo de fantasía. La respuesta es el costo. Suponer que la caída de la fecundidad contribuirá a la educación es un error burdo. Si mantenemos la misma cantidad de docentes, el costo por alumno aumentará. Los colegios privados verán caer su rentabilidad, cerrarán aulas o, peor aún, cerrarán colegios. Probablemente los colegios se transformen en geriátricos, pues aumentará su demanda en detrimento de la demanda educativa. “Pero los colegios estatales sí podrían tener aulas con la mitad de alumnos por profesor”, dicen algunos. ¿Cómo no se nos ocurrió antes? Claro, eso implicaría que los trabajadores del futuro que ya aportan más impuestos para sostener a los jubilados, deberán aportar más impuestos para sostener ese imaginario sistema educativo. Es insostenible.

Aunque no parezca, el planeta no está sobrepoblado. Al contrario, está altamente despoblado; solo que concentra gran parte de la población en grandes urbes. En China, el 75% de la población vive en el 25% del territorio. Lo mismo ocurre en India, donde una gran proporción de la población se concentra en áreas urbanas como Mumbai y Delhi. En Brasil, las ciudades costeras como São Paulo y Río de Janeiro también albergan a la mayor parte de la población, mientras que las regiones del interior permanecen poco pobladas. La caída de la natalidad no es una bendición. Muy por el contrario, es el anticipo de un futuro sombrío. Si no revertimos esta tendencia, en 100 años el recurso más escaso será la población misma.

  1. BBC Mundo. (2011). El control demográfico: ¿Es la solución?. El control demográfico, ¿una herramienta de los ricos? – BBC News Mundo ↩︎
  2. Kissinger, H. C. (1974). National Security Study Memorandum 200: Implications of worldwide population growth for U.S. security and overseas interests [NSSM 200]. ↩︎
  3. Un esquema Ponzi en el contexto del sistema previsional de reparto se refiere a que las jubilaciones actuales se financian con las contribuciones de los trabajadores activos, en lugar de con fondos acumulados en la etapa laboral activa. En este modelo, el dinero de los trabajadores se utiliza para pagar a los jubilados actuales, lo que requiere un flujo constante de nuevos trabajadores que aporten al sistema. Si la cantidad de trabajadores disminuye o la población envejece, el sistema se vuelve insostenible y colapsa, similar a un esquema Ponzi.
    ↩︎
  4. La destrucción creativa es el proceso por el cual la innovación y el cambio tecnológico desplazan a empresas y productos antiguos, dando lugar a nuevas industrias y formas de crecimiento. Este proceso fue popularizado por el economista Joseph Schumpeter. ↩︎