Jubilaciones, pobreza y estadísticas, una mirada sin relato

Publicado por Concordia
16 de julio de 2025

Hace ya varios meses que la situación de los jubilados está en boca de todos: medios, economistas, partidos políticos. La Oposición reclama que las jubilaciones son de miseria —y lo son—, mientras el Oficialismo reconoce el problema, atribuyéndolo a la falta de aportes laborales de la mayoría —lo cual también es cierto—. La tensión crece cuando el superávit fiscal, que ancla del proceso desinflacionario del Gobierno, entra en juego. El presidente Milei advierte que aumentar las jubilaciones sin ajustar otras partidas del presupuesto generaría un déficit que, financiado con emisión o deuda, dispararía la inflación o la pobreza futura. Pero, ¿cuál es la verdadera situación de los abuelos hoy? Esta es la primera de una serie de tres notas sobre los adultos mayores en Argentina. Analizaremos qué dicen las estadísticas, su realidad actual y qué desafíos enfrentan en los próximos años.

En Argentina, la mayoría de los mayores de 65 años son dueños de su hogar, un privilegio que sorprende a los menores de 40, para quienes comprar una casa sin herencia o crédito hipotecario es casi imposible. Según el INDEC, sólo el 16% de los mayores de 65 años viven en pobreza, frente al 52% de los niños menores de 14 años, un contraste que ya señalamos en notas anteriores (Leer nota).

Si analizamos la pobreza argentina, observamos que hay 933.000 pobres mayores de 65 años, un 5,2% del total de argentinos pobres. En contraste, la pobreza se concentra más en niños, jóvenes y adultos: casi el 38% de los pobres tienen entre 30 y 64 años, alcanzando a 6,7 millones de argentinos, siete veces la población mayor; mientras que los pobres menores de 14 años, alcanzan 5,5 millones de niños y jóvenes, cinco veces más que los ancianos.

La pobreza entre los ancianos creció de forma constante en Argentina durante los últimos años. Partiendo de un mínimo del 6% de pobres mayores de 65 años, la cifra se triplicó hasta llegar al 18% en el segundo semestre de 2023, para luego descender al 16% un año después; marcando la primera reducción de la pobreza en siete años.

Comparando los ingresos jubilatorios con las canastas básicas del INDEC, a precios actuales, el haber medio creció en términos reales (es decir, por encima de la inflación), mientras que la jubilación mínima más bono se redujo. Curiosamente, las canastas básica total (línea de pobreza) y alimentaria (línea de indigencia) aumentaron por debajo de la inflación, lo que implica que se abarataron en términos reales. Este efecto explica la disminución de la pobreza en los mayores.

¿Por qué, entonces, persiste el reclamo si el haber medio jubilatorio es un 18% más alto que en noviembre de 2023, antes de la asunción de Milei? Porque la mitad de los jubilados cobran menos de $400.000. Esto se debe a que la mayoría carece de aportes suficientes para una jubilación superior, un problema arraigado en décadas de informalidad.

Desde 2006, la Ley de Moratorias Previsionales permitió jubilarse sin aportes completos, y desde entonces, las moratorias no han hecho más que crecer. Hoy, los jubilados y pensionados por moratorias superan a quienes aportaron al jubilarse. Esta realidad exige un análisis más profundo, que desarrollaremos en próximas notas, explorando las causas, consecuencias de decisiones pasadas y lo que está en juego con las políticas para los adultos mayores.

El sistema actual está en crisis: la falta de aportes de muchos jubilados, la escasez de trabajadores para sostener el gasto previsional y el agravamiento futuro por la caída de la natalidad lo ponen al borde de la quiebra. ¿Qué reforma se necesita para mejorar la calidad de vida de nuestros abuelos y rescatar un sistema al límite?