El futuro de la Argentina es pobre

Publicado por Concordia
11 de junio de 2025

En el segundo semestre de 2024, Argentina registró una disminución significativa en los índices de pobreza e indigencia. Este descenso, que llevó la pobreza de casi 53% al 38% en personas y la indigencia del aprox. 18% al 8% respecto al primer semestre del mismo año, representa un alivio en un contexto de crisis económica. Sin embargo, cuando analizamos la situación de los niños y jóvenes, el panorama sigue siendo alarmante: más de la mitad de los menores de 0 a 14 años aún viven en hogares bajo la línea de pobreza. Este dato, aunque refleja una mejora, nos obliga a preguntarnos: ¿Qué nos dice esta reducción sobre el rumbo del país y las políticas necesarias para garantizar un futuro digno a las próximas generaciones?

El informe del INDEC detalla que, en el segundo semestre de 2024, el ingreso total familiar promedio creció un 64,5%, superando el aumento de las canastas básicas alimentaria (22%) y total (27%). Este desfasaje positivo explica la reducción de la pobreza, ya que los hogares lograron cubrir mejor sus necesidades básicas. En números concretos, 17,5 millones de argentinos viven bajo la línea de pobreza, de las cuales 3,7 millones son indigentes. Si observamos la población de 0 a 14 años, tenemos 5,4 millones de pobres y 1,2 millones de indigentes.

Datos complementarios de UNICEF Argentina, estimaron que 7 de cada 10 niños se encontraban debajo de la línea de pobreza, en medio de la crisis inflacionaria, entre el 4to Trim. 2023 y el 1er. Trim. 2024 una cifra que, aunque no contradice el informe del INDEC, subraya la gravedad del problema.

Los niños son los más afectados por las políticas asistencialistas fallidas y la inestabilidad macroeconómica de las últimas décadas. Durante el período 2019-2023, la pobreza en este grupo etario pasó de 52,3% a 58,4% y la indigencia subió 5 puntos hasta alcanzar a casi 1 de cada 5 niños. El descenso registrado en 2024 es un paso en la dirección correcta, ya que en tan sólo un año de reducción de la pobreza, alcanzamos los niveles de 2019.

La relación entre pobreza infantil e informalidad laboral es innegable. Según el último informe del INDEC, cerca del 42% de los trabajadores en Argentina son informales, careciendo de protección social y salarios estables. Esta precariedad laboral, agravada por una carga tributaria insostenible para las pymes, limita la capacidad de los hogares de salir de la pobreza. Los niños, como dependientes económicos, son las víctimas silenciosas de este sistema disfuncional. La reforma laboral aprobada en 2024, aunque parcial, busca abordar esta problemática al reducir los costos no salariales y fomentar la formalización. Sin embargo, todavía se requiere una reforma más profunda que tenga un verdadero impacto en la capacidad de las pymes para formalizar trabajadores.

La reducción de la pobreza infantil no puede depender únicamente de mejoras económicas coyunturales. Como hemos visto en otros ámbitos, como la caída de la natalidad, los problemas estructurales suelen estar entrelazados con cuestiones culturales. De hecho, dentro de los menores de edad, quiénes son pobres y quiénes no, cambió a lo largo de los últimos años. Una reducción de la pobreza del 30% en niños de 0 a 5 años, hasta el 23%, puede explicarse porque, en hipótesis, por una reducción de la natalidad drástica en la población más pobre.

La educación es otro pilar fundamental. Sin embargo, la calidad educativa sigue siendo un desafío. Según el Ministerio de Educación (2024) más de la mitad de los estudiantes de nivel medio no alcanza los niveles básicos en matemáticas y sólo el 45% de los alumnos de tercer grado alcanza el nivel esperado en lectura. Sin una educación de calidad, la pobreza infantil se convierte en un ciclo intergeneracional difícil de romper.

La baja de la pobreza infantil en 2024 es una señal alentadora. Para consolidar este avance, es necesario un enfoque integral que combine políticas económicas responsables con un cambio cultural. Algunas propuestas concretas:

  • Fomentar la formalización laboral: Reducir los impuestos para pymes puede aumentar el empleo registrado, mejorando los ingresos de las familias.
  • Inversión en educación de calidad: Es crucial mejorar la formación docente y los recursos pedagógicos, especialmente en escuelas de zonas vulnerables. Hay que premiar a las escuelas con resultados y castigar a las que no lo tienen, sea vía subsidios estratégicos o bonos por cumplimiento de objetivos.
  • Reforma fiscal responsable: Reducir el gasto público ineficiente permitirá aliviar la presión impositiva sobre las familias y financiar programas sociales sin recurrir a la emisión monetaria. Además, la política desinflacionaria anclada en la responsabilidad fiscal, es clave para la reducción de la pobreza a largo plazo.

Finalmente, la sociedad argentina debe asumir un rol activo. No podemos delegar toda la responsabilidad al Estado. Las organizaciones civiles, las empresas y las familias tienen la capacidad de contribuir, ya sea a través de iniciativas comunitarias o de una cultura que valore la solidaridad y la inversión en el futuro de los niños.

La reducción de la pobreza infantil en el 2024 es un logro que merece reconocimiento. Pero, mientras más de la mitad de los niños argentinos sigan viviendo en la pobreza, no hay lugar para festejos. Este avance debe ser el punto de partida para una transformación profunda, que combine políticas públicas efectivas con un compromiso comunitario. La pobreza infantil no es solo un problema económico, sino una deuda moral que Argentina debe saldar.